29 octubre 2012

Un vistazo a la cultura sefardí (V)


Noticia de los sefardíes en Italia
© Ricardo Angoso

Salón de la Scola Spagnola (sinagoga española), en el Ghetto de Venecia. / STEFANO AMANTINI

 «A lo largo del siglo XVI se asentaron (temporal o definitivamente) judíos y cristianos nuevos de origen ibérico en diversas ciudades de Italia, donde constituyeron comunidades que desarrollaron una identidad cultural propia», asegura la profesora Laura Minervini. Dentro de estas comunidades sefardíes italianas, hay que prestar especial atención a la trayectoria intelectual de algunas familias (los Abravanel, los Usque), a la producción cultural en determinados centros sefardíes italianos (las comunidades de Ferrara, Venecia o Roma), y, por último, a algunos hitos la producción literaria y editorial, y la situación lingüística, que propició el proceso de koineización que finalmente daría origen al judeoespañol, explicaba esta misma experta en un largo artículo sobre el tema («Resumen de Experiencias culturales de los sefardíes en Italia en el siglo xvi»). En cualquier caso, las primeras noticias de estas comunidades sefardíes datan de la época de Clemente VII, en 1524, cuando dos sinagogas funcionaban en Roma y eran llamadas una de los catalanes y otra de los castellanoaragoneses. La profesora ya citada, María Antonia Bel Bravo, señala que «las primeras corrientes migratorias que imprimieron un sello significativo en el judaísmo sefardí italiano llegaron en la cuarta década del siglo xvi».
Las principales comunidades judías sefardíes se instalaron en las ciudades de Ancona, Ferrara, Florencia, Liorna, Pisa, Venecia y Roma, aunque no hemos encontrados datos acerca del número exacto de sefardíes que vivían en estas ciudades, donde por lo general se dedicaban al comercio y a los oficios artesanales. Con respecto a sus ocupaciones profesionales, hay que señalar que las comunidades sefardíes, pero sobre todo las de la portuaria ciudad de Ancona, sirvieron como nexo para el comercio entre los reinos de Italia y las ciudades del Imperio Otomano, donde también había potentes comunidades sefardíes. Pese a todo, hay que reseñar que durante algún tiempo fueron expulsados de la República de Venecia, a donde regresaron más tarde por su importancia en el comercio. En el desarrollo del comercio italiano de la época, el peso de estas comunidades judías es fundamental para explicar su auge y sus potentes vínculos con el mundo mediterráneo.
Durante el Holocausto, los alemanes, que ocuparon el norte de Italia tras la defección del régimen fascista, enviaron a unos quince mil judíos italianos a los campos de concentración; la mayoría no volverían y hoy nos queda un testimonio universal de aquella catástrofe en las letras y el testimonio del escritor ya fallecido Primo Levi.

Fragmento tomado del artículo “Los sefardíes de Europa occidental”. El legado de Sefarad > Cartografía de la diáspora > Los sefardíes de Europa occidental.
Artículo completo AQUI

 
Un vistazo al gueto de Venecia

 «El Ghetto de Venecia se encuentra en el sestiere de Cannaregio. Es la primera judería que existió en el mundo. Luego su nombre se extendió a todas las juderías europeas y con el tiempo a cualquier comunidad aislada. Surgió en 1516, cuando la población de judíos de la ciudad fue confinada a una zona del distrito de Cannaregio delimitada por anchos canales. La zona tenía solamente dos accesos que eran controlados con compuertas con guardias cristianos, tanto para aislar como para proteger a los judíos».


Foto y texto: Viajes.net


 «Parada obligada, el horno judío Volpe Giovanni, en una de las calles de acceso al Ghetto Viejo. Un horno en su mayoría normal, con productos que se encuentran en todos los (muchos) hornos venecianos: panes de distintos tipos y dulces (biscotti) tradicionales venecianos como los bussolai o i baicoli. Además, pan ácimo y dulces típicos de la tradición repostera judío-veneta».

Del artículo: Recuerdos de Italia – Venezia del Blog annalibera
Lea todo AQUI







Caponata a la judía
© Mikel López Iturriaga (El comidista)

Foto: Ainhoa Gomà
«La caponata, guiso de berenjenas, tomate, apio y aceitunas, era un plato tradicional de los judíos sicilianos. Cuando éstos fueron expulsados de la isla por orden de la corona española, dueña y señora de aquel territorio en el siglo XVI, lo popularizaron en el resto de Italia junto a otras recetas con berenjenas. Por increíble que parezca hoy, según Roden a los italianos no les gustaba mucho esta verdura hasta que la aprendieron a comer de los judíos.
Las únicas diferencias importantes de esta versión respecto a otras que había hecho anteriormente es que el apio no se rehoga, por lo que queda un poco más entero; que el tomate va triturado y que no lleva ni albahaca, ni perejil ni frutos secos como piñones o pasas. Como siempre, las variaciones en estos tres puntos son libres y a gusto del consumidor».

Dificultad
Para personas que no comprenden 'Barrio Sésamo'.

Ingredientes
Para 4 personas

1 kg. de berenjenas
750 gr. de tomate natural triturado
3 troncos de apio
100 gr. de aceitunas verdes fáciles de deshuesar
2 cucharadas de alcaparras
1 cebolla
2 dientes de ajo
4 cucharaditas de vinagre blanco
2-3 cucharadas de azúcar
Aceite de oliva virgen extra
Sal

Preparación
1. Pelar las berenjenas y cortarlas en dados de unos 2-3 centímetros. Salarlas y dejarlas entre media y una hora sobre un colador o escurridor con peso encima para que pierdan líquido y amargor.
2. Picar la cebolla fina y rehogarla a fuego suave en una cazuela baja o sartén con un buen chorro de aceite de oliva unos 10 minutos.
3. Incoporar el ajo picado, y en cuanto empiece a oler sumar el tomate. Cocer suave unos 5 minutos y añadir el apio picado en trozos de entre medio y un centímetro. Dejar que se haga suave hasta que el tomate espese (unos 10-15 minutos).
4. Añadir las aceitunas deshuesadas, las alcaparras, el vinagre, el azúcar y una pizca de sal. Cocer suave 5 minutos más. Comprobar que el apio está al dente, pero hecho; si no, prolongar un poco la cocción.
5. Secar las berenjenas un poco con papel de cocina y freírlas en aceite abundante a temperatura media-alta. Hacerlo en tandas y dejar que se doren y que se hagan bien por dentro, porque si no estarán chiclosas. Escurrirlas sobre un plato con papel de cocina.
6. Juntar las berenjenas con la salsa de tomate y dejar que se hagan 5 minutos más a fuego suave, para que los sabores se junten. Retirar del fuego, tapar y dejar que se enfríe. Corregir de sal.
7. Servir la caponata con unas tostaditas o unos huevos poché si se toma de primero. También puede acompañar a una carne o a un pescado.

Fragmento del artículo Caponata a la judía (Blog de El país)
Todo el artículo AQUI

23 octubre 2012

De China y kosher

LUMPIAS (parve)
(16 unidades)


 
El rollito de primavera, arrollado primavera, chun kun o lumpia, es un rollo elaborado de una pasta relleno de diferentes verduras picadas al estilo juliana y algo de carne picada revuelto todo ello. Introducidos en occidente gracias a la enorme difusión de la comida china que han realizado los restaurantes chinos en las principales capitales del mundo.

INGREDIENTES
1 porciòn de crepes 
                    
RELLENO
5 cucharadas de aceite de maíz
5 dientes de ajo en pasta (pág. 213)
2 cebollas cortadas en juliana fina
1 pimentón rojo cortado en juliana fina
1 zanahoria cortada en juliana fina
1 taza de repollo blanco cortado en juliana fina
1 taza de brotes de semillas de soya
Sal y pimienta negra preferiblemente recién molida al gusto

PREPARACIÓN
RELLENO
1.-Caliente en un wok 1 cucharada de aceite, agregue 1 cucharadita de ajo en pasta y las cebollas. Cocine por 10 minutos. Retire y reserve.
2.-Agregue al wok una nueva cucharada de aceite y caliente, añada 1 cucharadita de ajo en pasta y los pimentones. Cocine por 15 minutos. Retire y coloque aparte.
3.-Continuar realizando la misma operación con el resto de los vegetales. Cocinar por 20 minutos el repollo y, por 5, los brotes de soya.
4.-Coloque todos los vegetales cocidos en una olla común. Cocínelos a fuego alto destapados por 15 minutos más. Deben quedar secos.
5.-Retire del fuego y colóquelos aparte hasta que se enfríen para rellenar las crepes y formar las lumpias. 
ENSAMBLAJE DE LAS LUMPIAS
1.- Coloque una crepe sobre una superficie de trabajo, agregue en el centro 1 ½ cucharada del relleno de vegetales.
2.-Envuelva los vegetales con la crepe y utilice un pincel humedecido en agua para pintar los bordes.
3.-Coloque la lumpia sobre una bandeja forrada con papel parafinado, con los bordes de la misma hacia abajo. Ponga una al lado de la otra sin pegarlas.
4.-Fríalas en aceite profundo hasta que se vean doradas.
5.-Colóquelas en el plato donde las servirá acompañadas de Salsa agridulce.

SALA AGRIDULCE (parve)
(1 taza)
INGREDIENTES
½ taza de vinagre de vino tinto
¼ de taza de azúcar
½ cucharada de salsa de soya
4 cucharadas de ketchup
1 cucharada de maicena
½  taza de agua
PREPARACIÓN
1.-En una olla mediana agregue agua, ketchup, vinagre, azúcar, cucharada de maicena y salsa soya.
2.-Cocine a fuego medio hasta espesar, revolviendo constantemente.
3.-Apague el fuego y deje enfriar a temperatura ambiente.
4.-Se conservará fresca en la nevera hasta por 2 semanas.

17 octubre 2012

Algunos apuntes sobre el pan

El pan y la gastronomía kosher



La paz es para el mundo lo que la levadura para la masa
El Talmud

 La historia del pan en la alimentación corre paralela a la historia del uso de los cereales por parte del hombre. El pan es un producto directo del procesado manual de los cereales (procesado que con posterioridad se transformó en mecánico) y es muy posible que fuese la primera aplicación alimenticia de estos. El pan, el aceite y el vino quizás fuesen los primeros alimentos procesados en la historia de la humanidad. El pan acompaña a la alimentación de la humanidad desde 8000 a. C. Se sabe que la introducción del cereal en la dieta humana aparece en el hombre primitivo cuando este deja de ser nómada para ser sedentario ); probablemente algún tipo primigenio de trigo (en alguna variedad diploide del tipo einkorn) fuese una de las primeras plantaciones del hombre.
El Shulján Aruj (recopilación de reglas a las que el judío debe ajustar sus actos, entre ellas la ingesta de alimentos kosher) distingue cinco tipos de cereales , o granos, que consideramos como base para el pan: Trigo
Escanda o Espelta (Tipo de Trigo - sarraceno o alforfón)
Centeno
Avena
Cebada
Los ingredientes utilizados para el pan deben ser naturales, usándose en su elaboración tanto huevo natural (en vez de huevo en polvo). Siendo el pan siempre parve, (que puede comerse con alimentos cárnicos o lácteos indistintamente) el pan se elabora con margarina.

Elementos a tomar en cuenta
Manteca y aceite
Ambas necesitan certificación kosher ya que los productores de la manteca vegetal generalmente procesan grasas animales en el mismo equipo y por ende, el producto no es kosher.

Emulsificantes
Estos materiales son enlistados en la etiqueta de ingredientes como polisorbatos, mono y diglicéridos, etc... Son producidos de fuentes tanto animales como vegetales, por lo que requieren supervisión contínua y estricta. Estos productos actúan como surfactantes, haciendo que el agua y el aceite sean solubles, por lo que se usan en una gran variedad de productos como la margarina, manteca, rellenos de crema, harina para pasteles, donas y pudines, entre otros. Es importante enfatizar que el helado, postres congelados, puré de papa instantáneo, mantequilla de cacahuate, botanas y muchos otros cereales para el desayuno, contienen diglicéridos y requieren certificación Kosher.
Muchos panes son elaborados con aceites y mantecas. Además, en las panaderías se coloca el pan sobre bandejas que pueden no ser kosher ya que fueron engrasadas con aceite no kosher o porque anteriormente se les colocó otro alimento no kosher.

Pan elaborado con productos lácteos
Los Rabinos prohiben hornear pan con ingredientes lácteos ya que el pan es consumido en todas las comidas e inadvertidamente se puede consumir pan lácteo con carne.

Rellenos y cremas
Todos los tipos de relleno y pudines deben tener la certificación kosher ya que contienen grasas, emulsificantes y gelatina.

Saborizantes
Los saborizantes, ya sean de origen vegetal o animal, son componentes de casi todos los productos. La producción de saborizantes es sumamente compleja y utiliza materiales de todas las fuentes imaginables, por lo que se requiere un control y supervisión estricta.



¿Qué es la jaláh?
©Shelly de Haas

La jaláh es una pieza de pan hecha con levadura y huevo que se come según la tradición judía. El pan puede llevar pasas, semillas de sésamo o ajonjolí, y es endulzado con miel.
La jaláh (en plural jalot) se coloca en la mesa en el sexto día de la semana (es decir, en Shabat o Sábado) y en las fiestas de celebración de acuerdo al calendario judío a excepción de Pessaj o las Pascuas judías donde no está permitido comer levadura y se come matzá, también llamado pan ácimo. Este pan hace recordar que D-os proveerá para nuestras necesidades como lo hizo en el desierto con el maná, según se menciona en el libro de Éxodo 16: 4, y se come en el día de descanso, el Shabat, el cual es día santo.
Antes de servir la cena, uno de los hombres presentes pronuncia la oración de Hamotzí y después reparte una hogaza con un poco de sal a cada uno de las personas reunidas a la mesa. La oración dice: “Bendito seas Señor, Rey del Mundo, quien trae el pan de la tierra”.
El hacedor o proveedor de la jaláh debe de separar una pequeña porción de la masa de preparación del pan que se va a hornear aparte de la jaláh. Esta pequeña porción no se come y se hace con el fin de recordar el diezmo para los sacerdotes judíos o kohanim que se hacía durante la época Bíblica y del Primer y Segundo Templo, es decir, antes del año 70 antes de nuestra era. (*véase nuestro pasado artículo sobre ¿Qué es el Kotel?*)





Arqueólogos hallan en Israel un sello para el pan kosher de hace más de 1.500 años

Un grupo de arqueólogos israelíes ha encontrado en Akko (San Juan de Acre), en el norte del país, un sello con forma de candelabro empleado para marcar el pan hace más de 1.500 años, informó la Dirección de Antigüedades de Israel.
El sello, de pequeño tamaño y hecho de cerámica, dejaba sobre la superficie del pan la huella de un candelabro de siete brazos como el empleado en el Templo de Jerusalén.
Se trataba de una forma de marcar el pan destinado a las comunidades judías de la época que vivían bajo el Imperio Bizantino.
"Esta es la primera vez que un sello de este tipo es hallado en una excavación científica controlada, lo que hace posible determinar su origen y su fecha", afirmó Danny Syon, uno de los directores de la excavación en Hurbat Uza, un poblado rural a las
afueras de San Juan de Acre, ciudad notoriamente cristiana por aquella época.
Según los arqueólogos, el hallazgo demuestra que los judíos vivían en la zona y que el pan era marcado para enviarlo a los que residían dentro de la ciudad, una suerte del actualmente empleado sello "kosher" para productos que se acogen a las estrictas normas de la cocina judía.
La costumbre también se asemeja a la que tenían los cristianos de la época, que marcaban sus panes con una cruz.
En letras griegas, alrededor del sello judío, aparece lo que parece ser el nombre del panadero, Launtius, común entre la comunidad judía de la época.
David Amit, otro de los arqueólogos a cargo de la excavación y experto en sellos de pan, explicó en el comunicado que "el candelabro (menorá) fue grabado en el sello antes de meterlo en el horno, y el nombre del panadero después".
"De ello deducimos que los sellos con la menorá eran fabricados en serie para los panaderos, y que cada uno de éstos le agregaba después su nombre", explicó.
En el yacimiento arqueológico de Hurbat Uza han sido hallados hasta ahora varios objetos que corroboran la existencia de una comunidad judía en torno a San Juan de Acre, ciudad milenaria que, por su estratégica situación geográfica, fue siempre ambicionada por los distintos conquistadores de Tierra Santa. EFE

Vía/ Aurora

15 octubre 2012

Un vistazo a la cultura sefardí (IV)

La cultura griega sefardí

Interior de la sinagoga de Rodas

A lo largo de los años muchas comunidades judías han residido en territorio griego siendo consideradas parte de la historia del lugar. Algunas de ellas, han residido en la región de manera organizada durante más de 2.000 años. El primer grupo judío instalado en Grecia fue el de los romaniotes o "judíos griegos". Tras los romaniotas, llegaron los sefardíes, que alcanzaron gran prosperidad en ciudades como Salónica durante la dominación otomana de Grecia.
En la actualidad, la comunidad judía de Grecia cuenta sólo con 5.500 personas, que se concentran, principalmente, en Atenas, Salónica, Larisa, Volos, Calcis, Ioánina, Trikala y Corfú, quedando tan solo unos pocos en Kavala y Rodas
La mayor parte de los judíos en Grecia son sefardíes cuyos antepasados partieron de España y Portugal. Un gran número de ello se instaló en Tesalónica, ciudad que acabaría siendo conocida como "la Madre de Israel" años después. La lengua tradicional de sefardíes griegos era el ladino que hasta el Holocausto era tan solo una mezcla de turco otomano, con influencias balcánicas e hispanas, conocido para su nivel de educación. La Fundación para el Avance de Estudios sefarditas y Cultura llama la comunidad sefardita de Thessaloniki, irrefutablemente uno de los más importantes en el mundo.


Pepitada, una receta de la cocina griego-sefardita

Estamos ante una magnífica bebida procedente de Grecia muy adecuada para el verano que se obtiene a partir de las semilllas del melón. A los hispanohablantes el nombre de “pepitada” nos parece muy familiar. Esto se debe a que se trata de una receta propia de los judíos sefarditas.
En 1492 los judíos fueron expulsados de España en aras de la más radical ortodoxia cristiana. Fue una decisión cruel y estúpida. Cruel porque los judíos eran tan españoles como sus vecinos cristianos y con una presencia continuada en la Península desde hacía más de 1500 años. Estúpida porque los expulsados ocupaban puestos claves en la economía del país y echarlos fue el equivalente a lanzar piedras contra el propio tejado. El también muy ortodoxo – pero inteligente – sultán musulmán del Imperio Otomano los recibió con los brazos abiertos sabedor de lo que eran capaces de aportar a su reino. Aprovechando esta invitación se asentaron en diversas partes del mediterráneo oriental, principalmente en Constantinopla, Egipto, los Balcanes y Grecia. A pesar de la expulsión nunca renunciaron a su lenguaje, el castellano medieval, que aún hoy en día hablan aunque cada vez de forma más minoritaria. Por esta razón la palabra “pepitada” no es más que una variante de otras como “naranjada”, “limonada”, esto es, zumo de pepitas.
La pepitada era típica de las comunidades sefarditas de Rodas, Creta y Salónica. Se solía tomar para romper el ayuno estival, tanto por su carácter refrescante como por su valor energético.

INGREDIENTES
2 vasos (de 250 ml) con pepitas frescas de melón
1 litro de agua (4 vasos de 250 ml)
Medio vaso de azúcar
Esencia de agua de azahar o de rosas (opcional)

Supongo que durante el verano coméis melón. Lo cortaís en rodajas y desecháis las pepitas, Pues en lugar de tirarlas esta vez las guardáis. Sirve cualquier tipo de melón, aunque en Grecia se emplea sobre todo el tipo cantaloup. En España el más habitual es el llamado piel de sapo, que también es válido.
Laváis las pepitas y las secáis, bien al sol o simplemente dejándolas sobre un papel absorbente y en un lugar seco. A continuación toca tostarlas. Hay dos maneras de hacerlo. La primera consiste en emplear el horno. Se precalienta a 180 grados y se introducen las semillas hasta que se doran. Otra manera consiste en colocarlas en una sarten sin ningún tipo de aceite o de grasa y a fuego medio tostarlas hasta que se doran bien por todos lados. En este caso el color de las semillas ligeramente marrón es determinante para parar el tueste pero además suele coincidir con que algunas semillas explotan como si fueran palomitas de maíz.
A continuación las machacamos en el mortero o bien las trituramos en un molinillo de café.
Seguidamente las colocamos en el centro de un paño de algodón limpio y de tramado fino. Hacemos una especie de paquete o hatillo que cerramos con un cordel y lo sumergimos en una jarra con el litro de agua, preferiblemente fría, colocándolo en la nevera. Deberá permanecer allí durante 48 horas. Durante ese tiempo estrujaremos tres o cuatro veces el paquete de manera que las semillas vayan dejando su “zumo”, de manera que el líquido se irá tiñiendo de un color blanquecino. Transcurridos los dos días retiramos las semillas a la vez que añadimos el medio vaso de azúcar y un par de cucharadas de esencia, agitamos bien hasta que se disuelven sirviéndolo cuanto más frio mejor. Es una bebida exótica que seguro que no olvidaréis.
Por cierto, es raro que en Grecia se sirva esta bebida en restaurantes o fuera de los entornos sefarditas. Y también por desgracia muchos judios fueron exterminados durante la Segunda Guerra Mundial así que tampoco quedan muchos hogares griego-sefarditas donde tomar la pepitada.

Fuentes: 
Wikipedia

09 octubre 2012

Sabores que levantan el ánimo


PIE DE CAMBUR Y CHOCOLATE (lácteo)
(4 a 6 porciones)

Del libro Sabores conversos


INGREDIENTES
CORTEZA
1 ¼ taza o 200 g de harina cernida
½ cucharadita de sal
1 cucharada de azúcar
100 g de mantequilla sin sal, fría, cortada en trozos pequeños
¼ de taza de agua helada aproximadamente 
1 cucharadita de piel de limón rallada

RELLENO
1 ¼ taza de leche evaporada
1 huevo grande
4 cucharadas de fécula de maíz
1 cucharada de licor de café
3 cambures medianos, maduros y firmes, cortados en ruedas de ½ centímetro aproximadamente
1/3 de taza de azúcar moscabada
3 cucharadas de cacao en polvo
300 g de chocolate con leche finamente picado
1 cucharada de extracto de vainilla

MERENGUE
3 claras de huevo grandes (4, si son pequeños)
½ taza de azúcar
1 pizca de sal
½ cucharada de harina cernida
1 cucharadita de extracto de vainilla

DECORACIÓN
2 cucharadas de azúcar pulverizada.

PREPARACIÓN
CORTEZA
1.Precaliente el horno a 400º F.
2Coloque la harina en un envase grande, y mezcle con azúcar, sal y limón rallado.
3.Agregue la mantequilla en pedacitos e incorpore todo con la ayuda de dos cuchillos, como queriendo picar. El resultado se verá como arena mojada. Recoja con las manos toda la mezcla y compacte en una sola pieza. Lleve a la nevera envuelta en una bolsa plástica por 1 hora.
4.Enmantequille y enharine el molde.
5.Estire la masa con un rodillo hasta lograr un espesor de ½ cm aproximadamente. Coloque el molde sobre la masa y marque la circunferencia del mismo, luego corte la masa de ese tamaño y forre el fondo del molde.
6.Corte una tira larga de masa calculando que pueda recubrir las paredes internas del molde. Únala a la masa del fondo suavemente con los dedos. Luego,
haciendo unos cordones alargados no muy gruesos, coloque sobre los bordes superiores del  extremo y dele una forma decorativa, aplastando suavemente con
un tenedor.
7.Lleve al horno precalentado con la rejilla en el centro.
8.Hornee de 5 a 8 minutos, abra el horno y pinche la masa del fondo con un tenedor. Baje la temperatura del horno a 350 °F. Continúe horneando 10 minutos más.Esto será para una tartaleta a media cocción.
9.Deje enfriar completamente sobre una rejilla de metal antes de rellenar.

RELLENO
1.Coloque una olla pesada sobre el fuego y combine leche, huevos, azúcar, cacao y  fécula de maíz. Remueva constantemente hasta que la mezcla
se vea pegajosa.
2.Retire del fuego y agregue el chocolate, la vainilla y el licor de café. Incorpore todo y reserve.

MERENGUE
En un bol bata las claras con el azúcar y una pizca desal hasta alcanzar el punto de nieve, agregue la vainilla y la harina e incorpore todo.

ENSAMBLAJE
1.Precaliente el horno a 350 °F.
2.Coloque las ruedas de cambur sobre el fondo de la corteza.
3.Rellene con la mezcla y nivele uniformemente  la superficie.
4.Vierta el merengue sobre el relleno y, con la ayuda de una espátula de plástico, dele forma redondeada  con movimientos cortos y decorativos, teniendo cui
dado de untar un poquito sobre los bordes internos de la tartaleta para fijarlo.
5.Lleve al horno y hornee por 15 minutos.
6.Coloque las 2 cucharadas de azúcar pulverizada en un colador pequeño y espolvoree el merengue. Coloque la temperatura del horno en broil, introduzca de 
nuevo el pie y dore por aproximadamente 2 minutos,  cuidando que no se queme.
7.Retire del horno y coloque sobre una rejilla de metal, hasta que se enfríe. Lleve a la nevera por 4 horas aproximadamente antes de servirlo.

03 octubre 2012

Un vistazo a la cultura sefardí (III)


El Alepo de la memoria


Dibujo de Aleppo (Siria) / © The Hebrew University of Jerusalem

 Alepo es una ciudad de Siria, capital de la provincia homónima. Cuenta con una población de unos 4.393.000 habitantes (2007), lo que la convierte en la segunda ciudad del país después de Damasco, hoy por desgracia inmersa en una cruenta guerra que está destruyendo su patrimonio que es Patrimonio de la Humanidad: las paredes de piedra de la ciudad antigua están llenas de agujeros de bala, casas enteras se han derrumbado tras ataques aéreos y pequeñas puertas de madera decoradas con filigrana de metal están agrietadas por las explosiones. Es una de las más antiguas de la región, conocida en la Antigüedad como Khalpe, Beroea para los antiguos griegos, y Halep para los turcos. Situada al noroeste del país, se encuentra en una posición estratégica a mitad de camino en la ruta comercial que une la costa mediterránea y el Éufrates. Su provincia ocupa más de 16.000 km² y entre el 20 y 30 por ciento de sus habitantes son cristianos. Los judíos sirios derivan su origen en dos grupos: los que habitaban la región de la actual Siria desde la antigüedad y los sefardíes que huyeron a Siria después de la expulsión de los judíos de España en el año 1492. Hubo grandes comunidades en Aleppo y Damasco durante siglos, y una pequeña comunidad en Qamishle, en la frontera con Turquía, cerca de Nusaybin. En la primera mitad del siglo XX, un gran porcentaje de Judíos Sirios emigró a los Estados Unidos, Centroamérica, América del Sur e Israel. Hoy en día existen alrededor de 25 judíos en Siria, todos en Damasco. La mayor comunidad judía siria se encuentra en Brooklyn, Nueva York y se estima en unas 75.000 personas. Hay comunidades más pequeñas en otros lugares de los Estados Unidos y en América Latina.
Desde la Diáspora, los alepinos han preservado su tradición culinaria. Muchos de las recetas de mi libro "Sabores conversos" tienen tras de si la tradición alepina de la familia de mi esposo. Esta nota es un homenaje a esa memoria culinaria que generación tras generación se preserva con alegría y esmero. 

Una boda judía en el Alepo de 1914

Sabores sefardíes en la cocina de Alepo
© María Cherro de Azar
 Un plato bien elaborado, con mesura, estimula los sentidos, produce emoción, provoca el paladar, es un acto de amor para el amor
Para la cocina de Alepo no hay nada simplemente cocido. Los alimentos deben cocinarse de cierta particular manera. Tampoco existe la crudeza en estado puro: apenas algunos productos pueden consumirse en esa condición, después de haber sido lavados, pelados, cortados, sazonados. Aún en las cocinas más acogedoras, la podredumbre no se admite salvo escasas vías, espontáneas o dirigidas: yogures, quesos, fermentación de vinos y licores.
Otras formas de preparar comidas son: asadas, hervidas, fritas, y una aparente falta de elaboración: el secado; tomates y damascos. El ahumado es más inusual.
Los hervores siempre se hacen dentro de un recipiente cóncavo. Para asar se requieren formas planas o convexas. Hervir es una acción más íntima, en ámbito más estrecho: endo-cocina. Asar invita a la distensión, a los vínculos sociales: exo-cocina.
Las mujeres se ocupan de los alimentos hervidos. Los hombres se encargan de los asados.
La cocción a fuego lento, especialidad de la cocina de Alepo, era hasta hace poco tiempo un lugar de contenidos secretos, un trabajo asignado a las mujeres, trasmisoras de generación en generación de una exquisita sabiduría, alquimia cotidiana fraguada en los fogones.
Las comidas de origen alepino consideradas casi impermeables ante los influjos de otras civilizaciones, la hacen más exótica.
Cinco pilares organizan la vida cotidiana: religión, calendario, lengua, vida familiar y cocina La religión mezcla de modo tan estrecho la fe y los alimentos que lo sagrado es inseparable de la vida cotidiana. Cada familia los recrea en su milenaria repetición.
La cocina de Alepo se basa en conocimientos ancestrales, el rigor de la pureza y los preceptos religiosos. En el modo de sacrificar los animales, el minucioso lavado de verduras y frutas, y en evitar la combinación de cárnicos y lácteos.
A la hora de preparar sus manjares, tiene en cuenta el clima y el acceso a los productos, algunos sólo se consiguen en negocios especiales, por ejemplo la masa filo o las especias típicamente orientales, como el majlab (1) y jabdelbéreque (2). Hasta los años 1960 la mujer sefardí acostumbraba cocinar por la mañana, las tardes las dedicaba a visitas, se organizaban reuniones que podían incluir pelado de verduras -bamias, chauchas, zapallitos- o participar en el minucioso trabajo que demanda la repostería.
El luaj también ordena: comidas lácteas para Shavuot (3). Hay platos específicos para las fiestas del ciclo de vida: ejemplo emblemático es el slía (8) para celebrar la dentición del bebé, y en la víspera de las bodas, preparar el clásico almuerzo con platos únicamente elaborados con productos lácteos, símbolo de la suerte blanca para la novia, bajetec-abiad.(4)
En los días de duelo, panecillos con semillas de anís, su color oscuro indica el luto.
Almendras, pistachos, piñones, dátiles. Comidas preparadas en la opulencia o en la pobreza, las sencillas legumbres, o platos bien aderezados, complementan y sugieren tentaciones.
Bocadillos rellenos de verduras, con ensaladas y yogures, para veranos sofocantes. Comidas suculentas en los fríos inviernos,- sopas de humildes lentejas, o el calor de horno: la kebbebelceníe (5) y el lajmayin (6)
En lujosa vajilla o en sencilla fuente que invite al placer inefable de comer con las manos.
El pan, utensilio insustituible.
Los secretos no se reducen al ámbito de la receta, también están ligados al lugar donde se hacen las compras, actividad reservada al varón alepino. Selecciona a mano cada producto, buscan los más frescos y sanos, en ferias y mercados, controla la consistencia de zapallitos, alcauciles, huelen el melón o la sandía, palpa duraznos y naranjas.
El tiempo que la mujer sefardí dedica a cocinar merece una mirada atenta, el uso de recipientes de distinto material según la comida y su tiempo de cocción: cobre, aluminio, acero inoxidable, vidrio, placas aislantes.
La cocina sefardí alepina requiere especies, aromatizantes, colores, por ejemplo: el dulce de zapallo; es inevitable conseguir cal apagada para endurecer por fuera y dejarlo crocante en el momento de saborear. El clavo de olor le otorga ese sabor característico, bien preciso.
Hasta los años 1950 la mujer sefardí no tenía una educación formal, la alfabetización la recibían sólo los varones a través del obligado aprendizaje del hebreo.
El arte que la mujer sefardí desarrolló en la cocina amerita un reconocimiento especial. El profundo respeto por los alimentos: cuidadoso aprovechamiento de los productos que ofrece la naturaleza, hace los iaprakes (7) con hojas de parra, dulces con cáscaras de naranjas y de toronjas, semillas de melón para preparar refrescos, las de sandías y de zapallos, tostadas, para compartir durante entretenidas charlas.
La transmisión de recetas es una práctica común, sobre todo a los niños, quienes participaban en tareas “menores” como usar el pesado almirez de bronce para picar nueces o convertir en polvo los duros terrones de azúcar, es otra costumbre que atraviesa generaciones.
La actividad culinaria practicada en grupo, aligera las tareas, promueve en el encuentro familiar la comunicación y estimula el afecto. Privilegia de manera espontánea la transmisión, el sentido del humor, el relato de la historia familiar, y hasta cristaliza anécdotas que se repiten como si cada uno hubiese participado en el hecho, sucedido tal vez, dos generaciones atrás.
El uso de hierbas para distintos síntomas: menta cedrón, anís, cáscaras de granadas, hojas de níspero, clavo olor, hojas de eucaliptos, granos de mentol, usados en la vida cotidiana, recibidos como legado, a veces inconsciente, de una medicina casera, usada para aliviar y curar.
Los conocimientos de la cocina fueron trasmitidos como un lenguaje femenino, un bagaje útil y necesario, imprescindible en la ardua tarea que les significó tener tantos hijos, mantenerlos y educarlos
Sabemos que la mujer sefardí desarrolló un modelo de cocina, con una estética admirable, combina colores, sorprende con el aroma, encandila con el brillo, de almíbar o de aceites, destaca las formas geométricas. Casi todos los bocados, dulces o salados, individuales o armados en bandeja, se preparan y consumen, en sus más diversas masas y con los más tentadores rellenos, en rombos, cuadrados, cilindros, triángulos, esferas, óvalos, un despliegue que destaca su habilidad manual, una plasticidad y una exposición visual atractiva y tentadora.

Notas
1)Majlab: Semilla de caroso de guinda / (2) Jabdelbéreque: semilla para saborizar / (3)Shavuot: Celebración de la Torah / (4) Bajtek-abiad: bendición, Suerte blanca, / (5)Kebbebelceníe, comida de trigo candeal / (6) Lajmayin empanada oriental / (7) Iaprakes hoja de parra rellena / (8) slia postre de trigo.
 
Fuente: DelaCole.com

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