29 octubre 2012

Un vistazo a la cultura sefardí (V)


Noticia de los sefardíes en Italia
© Ricardo Angoso

Salón de la Scola Spagnola (sinagoga española), en el Ghetto de Venecia. / STEFANO AMANTINI

 «A lo largo del siglo XVI se asentaron (temporal o definitivamente) judíos y cristianos nuevos de origen ibérico en diversas ciudades de Italia, donde constituyeron comunidades que desarrollaron una identidad cultural propia», asegura la profesora Laura Minervini. Dentro de estas comunidades sefardíes italianas, hay que prestar especial atención a la trayectoria intelectual de algunas familias (los Abravanel, los Usque), a la producción cultural en determinados centros sefardíes italianos (las comunidades de Ferrara, Venecia o Roma), y, por último, a algunos hitos la producción literaria y editorial, y la situación lingüística, que propició el proceso de koineización que finalmente daría origen al judeoespañol, explicaba esta misma experta en un largo artículo sobre el tema («Resumen de Experiencias culturales de los sefardíes en Italia en el siglo xvi»). En cualquier caso, las primeras noticias de estas comunidades sefardíes datan de la época de Clemente VII, en 1524, cuando dos sinagogas funcionaban en Roma y eran llamadas una de los catalanes y otra de los castellanoaragoneses. La profesora ya citada, María Antonia Bel Bravo, señala que «las primeras corrientes migratorias que imprimieron un sello significativo en el judaísmo sefardí italiano llegaron en la cuarta década del siglo xvi».
Las principales comunidades judías sefardíes se instalaron en las ciudades de Ancona, Ferrara, Florencia, Liorna, Pisa, Venecia y Roma, aunque no hemos encontrados datos acerca del número exacto de sefardíes que vivían en estas ciudades, donde por lo general se dedicaban al comercio y a los oficios artesanales. Con respecto a sus ocupaciones profesionales, hay que señalar que las comunidades sefardíes, pero sobre todo las de la portuaria ciudad de Ancona, sirvieron como nexo para el comercio entre los reinos de Italia y las ciudades del Imperio Otomano, donde también había potentes comunidades sefardíes. Pese a todo, hay que reseñar que durante algún tiempo fueron expulsados de la República de Venecia, a donde regresaron más tarde por su importancia en el comercio. En el desarrollo del comercio italiano de la época, el peso de estas comunidades judías es fundamental para explicar su auge y sus potentes vínculos con el mundo mediterráneo.
Durante el Holocausto, los alemanes, que ocuparon el norte de Italia tras la defección del régimen fascista, enviaron a unos quince mil judíos italianos a los campos de concentración; la mayoría no volverían y hoy nos queda un testimonio universal de aquella catástrofe en las letras y el testimonio del escritor ya fallecido Primo Levi.

Fragmento tomado del artículo “Los sefardíes de Europa occidental”. El legado de Sefarad > Cartografía de la diáspora > Los sefardíes de Europa occidental.
Artículo completo AQUI

 
Un vistazo al gueto de Venecia

 «El Ghetto de Venecia se encuentra en el sestiere de Cannaregio. Es la primera judería que existió en el mundo. Luego su nombre se extendió a todas las juderías europeas y con el tiempo a cualquier comunidad aislada. Surgió en 1516, cuando la población de judíos de la ciudad fue confinada a una zona del distrito de Cannaregio delimitada por anchos canales. La zona tenía solamente dos accesos que eran controlados con compuertas con guardias cristianos, tanto para aislar como para proteger a los judíos».


Foto y texto: Viajes.net


 «Parada obligada, el horno judío Volpe Giovanni, en una de las calles de acceso al Ghetto Viejo. Un horno en su mayoría normal, con productos que se encuentran en todos los (muchos) hornos venecianos: panes de distintos tipos y dulces (biscotti) tradicionales venecianos como los bussolai o i baicoli. Además, pan ácimo y dulces típicos de la tradición repostera judío-veneta».

Del artículo: Recuerdos de Italia – Venezia del Blog annalibera
Lea todo AQUI







Caponata a la judía
© Mikel López Iturriaga (El comidista)

Foto: Ainhoa Gomà
«La caponata, guiso de berenjenas, tomate, apio y aceitunas, era un plato tradicional de los judíos sicilianos. Cuando éstos fueron expulsados de la isla por orden de la corona española, dueña y señora de aquel territorio en el siglo XVI, lo popularizaron en el resto de Italia junto a otras recetas con berenjenas. Por increíble que parezca hoy, según Roden a los italianos no les gustaba mucho esta verdura hasta que la aprendieron a comer de los judíos.
Las únicas diferencias importantes de esta versión respecto a otras que había hecho anteriormente es que el apio no se rehoga, por lo que queda un poco más entero; que el tomate va triturado y que no lleva ni albahaca, ni perejil ni frutos secos como piñones o pasas. Como siempre, las variaciones en estos tres puntos son libres y a gusto del consumidor».

Dificultad
Para personas que no comprenden 'Barrio Sésamo'.

Ingredientes
Para 4 personas

1 kg. de berenjenas
750 gr. de tomate natural triturado
3 troncos de apio
100 gr. de aceitunas verdes fáciles de deshuesar
2 cucharadas de alcaparras
1 cebolla
2 dientes de ajo
4 cucharaditas de vinagre blanco
2-3 cucharadas de azúcar
Aceite de oliva virgen extra
Sal

Preparación
1. Pelar las berenjenas y cortarlas en dados de unos 2-3 centímetros. Salarlas y dejarlas entre media y una hora sobre un colador o escurridor con peso encima para que pierdan líquido y amargor.
2. Picar la cebolla fina y rehogarla a fuego suave en una cazuela baja o sartén con un buen chorro de aceite de oliva unos 10 minutos.
3. Incoporar el ajo picado, y en cuanto empiece a oler sumar el tomate. Cocer suave unos 5 minutos y añadir el apio picado en trozos de entre medio y un centímetro. Dejar que se haga suave hasta que el tomate espese (unos 10-15 minutos).
4. Añadir las aceitunas deshuesadas, las alcaparras, el vinagre, el azúcar y una pizca de sal. Cocer suave 5 minutos más. Comprobar que el apio está al dente, pero hecho; si no, prolongar un poco la cocción.
5. Secar las berenjenas un poco con papel de cocina y freírlas en aceite abundante a temperatura media-alta. Hacerlo en tandas y dejar que se doren y que se hagan bien por dentro, porque si no estarán chiclosas. Escurrirlas sobre un plato con papel de cocina.
6. Juntar las berenjenas con la salsa de tomate y dejar que se hagan 5 minutos más a fuego suave, para que los sabores se junten. Retirar del fuego, tapar y dejar que se enfríe. Corregir de sal.
7. Servir la caponata con unas tostaditas o unos huevos poché si se toma de primero. También puede acompañar a una carne o a un pescado.

Fragmento del artículo Caponata a la judía (Blog de El país)
Todo el artículo AQUI

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