AL REFLEXIONAR SOBRE JANUCÁ podríamos preguntarnos si ocurrió hace muchos años o si está sucediendo en la actualidad. Cuando observamos los eventos que ocurren en el mundo, no dejamos de sorprendernos: la historia de una diminuta luz que ahuyenta un imperio de oscuridad; la sensibilidad
humana vence el terror y la fuerza bruta; la vida y el crecimiento se sobreponen a la destrucción; el afán de lucha está presente tanto en nuestro interior como en el mundo. La victoria de la luz sobre la oscuridad es un drama cósmico, la continua historia de todo lo existente. Ocurre en cada solsticio de invierno y en el amanecer de cada día. Se encuentra en cada elección de hacer el bien en vez del mal, de ser bueno en vez
de ser cruel,de construir mientras otros se dedican a la destrucción.
Janucá es mucho más que una festividad: es un viaje espiritual que dura ocho días. Muchos conocen la historia del triunfo de un pequeño grupo de judíos que se enfrentaron a sus opresores griegos, y de un frasquito de aceite sin contaminar que, aunque alcanzaba para encender el candelabro un solo día, milagrosamente ardió durante ocho.
La diminuta chispa de Judaísmo que hay en cada alma judía actual es suficiente para iluminar el camino,
rechazar la asimilación y lograr la completa renovación de la vida espiritual.
El espíritu de Janucá se experimenta cuando sentimos la alegría, la calidez y la luz en nuestras vidas, no solo
en nuestros hogares con los seres queridos, sino con el mundo entero.
se celebra en familia, en la intimidad
del hogar; pero, se comparte con el mundo al encender los candelabros gigantes
Texto tomado de la revista RUMBO A TU JUDAISMO
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