Noticia de los sefardíes en Italia
© Ricardo Angoso
Salón de la Scola Spagnola (sinagoga española), en el Ghetto de Venecia. / STEFANO AMANTINI |
«A lo largo del siglo XVI se asentaron
(temporal o definitivamente) judíos y cristianos nuevos de origen ibérico en
diversas ciudades de Italia, donde constituyeron comunidades que desarrollaron
una identidad cultural propia», asegura la profesora Laura Minervini. Dentro de
estas comunidades sefardíes italianas, hay que prestar especial atención a la
trayectoria intelectual de algunas familias (los Abravanel, los Usque), a la
producción cultural en determinados centros sefardíes italianos (las
comunidades de Ferrara, Venecia o Roma), y, por último, a algunos hitos la
producción literaria y editorial, y la situación lingüística, que propició el
proceso de koineización que finalmente daría origen al judeoespañol, explicaba
esta misma experta en un largo artículo sobre el tema («Resumen de Experiencias
culturales de los sefardíes en Italia en el siglo xvi»). En cualquier caso, las
primeras noticias de estas comunidades sefardíes datan de la época de Clemente VII,
en 1524, cuando dos sinagogas funcionaban en Roma y eran llamadas una de los
catalanes y otra de los castellanoaragoneses. La profesora ya citada, María
Antonia Bel Bravo, señala que «las primeras corrientes migratorias que
imprimieron un sello significativo en el judaísmo sefardí italiano llegaron en
la cuarta década del siglo xvi».
Las principales comunidades judías
sefardíes se instalaron en las ciudades de Ancona, Ferrara, Florencia, Liorna,
Pisa, Venecia y Roma, aunque no hemos encontrados datos acerca del número
exacto de sefardíes que vivían en estas ciudades, donde por lo general se
dedicaban al comercio y a los oficios artesanales. Con respecto a sus
ocupaciones profesionales, hay que señalar que las comunidades sefardíes, pero
sobre todo las de la portuaria ciudad de Ancona, sirvieron como nexo para el
comercio entre los reinos de Italia y las ciudades del Imperio Otomano, donde
también había potentes comunidades sefardíes. Pese a todo, hay que reseñar que
durante algún tiempo fueron expulsados de la República de Venecia, a donde
regresaron más tarde por su importancia en el comercio. En el desarrollo del
comercio italiano de la época, el peso de estas comunidades judías es
fundamental para explicar su auge y sus potentes vínculos con el mundo mediterráneo.
Durante el Holocausto, los alemanes,
que ocuparon el norte de Italia tras la defección del régimen fascista,
enviaron a unos quince mil judíos italianos a los campos de concentración; la
mayoría no volverían y hoy nos queda un testimonio universal de aquella
catástrofe en las letras y el testimonio del escritor ya fallecido Primo Levi.
Fragmento tomado del artículo “Los
sefardíes de Europa occidental”. El legado de
Sefarad > Cartografía
de la diáspora > Los sefardíes de Europa occidental.
Artículo completo AQUI
Un vistazo al gueto de Venecia
«El Ghetto de Venecia se encuentra en
el sestiere de Cannaregio. Es la primera judería que existió en el mundo. Luego
su nombre se extendió a todas las juderías europeas y con el tiempo a cualquier
comunidad aislada. Surgió en 1516, cuando la población de judíos de la ciudad
fue confinada a una zona del distrito de Cannaregio delimitada por anchos
canales. La zona tenía solamente dos accesos que eran controlados con
compuertas con guardias cristianos, tanto para aislar como para proteger a los
judíos».
Foto y texto: Viajes.net
«Parada obligada, el horno judío Volpe
Giovanni, en una de las calles de acceso al Ghetto Viejo. Un horno en su
mayoría normal, con productos que se encuentran en todos los (muchos) hornos
venecianos: panes de distintos tipos y dulces (biscotti) tradicionales
venecianos como los bussolai o i baicoli. Además, pan ácimo y dulces típicos de
la tradición repostera judío-veneta».
Del artículo: Recuerdos de Italia –
Venezia del Blog annalibera
Lea todo AQUI
Caponata a la judía
© Mikel López Iturriaga (El comidista)
Foto: Ainhoa Gomà |
«La caponata, guiso de berenjenas,
tomate, apio y aceitunas, era un plato tradicional de los judíos sicilianos.
Cuando éstos fueron expulsados de la isla por orden de la corona española,
dueña y señora de aquel territorio en el siglo XVI, lo popularizaron en el
resto de Italia junto a otras recetas con berenjenas. Por increíble que parezca
hoy, según Roden a los italianos no les gustaba mucho esta verdura hasta que la
aprendieron a comer de los judíos.
Las únicas diferencias importantes de
esta versión respecto a otras que había hecho anteriormente es que el apio no
se rehoga, por lo que queda un poco más entero; que el tomate va triturado y
que no lleva ni albahaca, ni perejil ni frutos secos como piñones o pasas. Como
siempre, las variaciones en estos tres puntos son libres y a gusto del
consumidor».
Dificultad
Para personas que no comprenden 'Barrio
Sésamo'.
Ingredientes
Para 4 personas
1 kg. de berenjenas
750 gr. de tomate natural triturado
3 troncos de apio
100 gr. de aceitunas verdes fáciles de
deshuesar
2 cucharadas de alcaparras
1 cebolla
2 dientes de ajo
4 cucharaditas de vinagre blanco
2-3 cucharadas de azúcar
Aceite de oliva virgen extra
Sal
Preparación
1. Pelar las berenjenas y cortarlas en
dados de unos 2-3 centímetros. Salarlas y dejarlas entre media y una hora sobre
un colador o escurridor con peso encima para que pierdan líquido y amargor.
2. Picar la cebolla fina y rehogarla a
fuego suave en una cazuela baja o sartén con un buen chorro de aceite de oliva
unos 10 minutos.
3. Incoporar el ajo picado, y en
cuanto empiece a oler sumar el tomate. Cocer suave unos 5 minutos y añadir el
apio picado en trozos de entre medio y un centímetro. Dejar que se haga suave
hasta que el tomate espese (unos 10-15 minutos).
4. Añadir las aceitunas deshuesadas,
las alcaparras, el vinagre, el azúcar y una pizca de sal. Cocer suave 5 minutos
más. Comprobar que el apio está al dente, pero hecho; si no, prolongar un poco
la cocción.
5. Secar las berenjenas un poco con
papel de cocina y freírlas en aceite abundante a temperatura media-alta.
Hacerlo en tandas y dejar que se doren y que se hagan bien por dentro, porque
si no estarán chiclosas. Escurrirlas sobre un plato con papel de cocina.
6. Juntar las berenjenas con la salsa
de tomate y dejar que se hagan 5 minutos más a fuego suave, para que los
sabores se junten. Retirar del fuego, tapar y dejar que se enfríe. Corregir de
sal.
7. Servir la caponata con unas
tostaditas o unos huevos poché si se toma de primero. También puede acompañar a
una carne o a un pescado.
Fragmento del artículo Caponata a la
judía (Blog de El país)
Todo el artículo AQUI